viernes, 7 de octubre de 2011

Profecía de la crueldad (Críptica).

"Yo le diría que no intente atravesar esta cripta impenetrable que no contiene ni sostiene"

-Habitación:
¡Brillan luminosas esferas de puerilidad!
Se ahonda la rabia, se incrementa la sincronización de los odios. Oh! hablo del odio.
El cauce ocurre, los ojos succionan aire, se hinchan y revientan en acuosos lamentos.
Sobre la cama, pilas y semipilas de humillación desbordan la madera, y se quiebra el algodón, las plumas giran dibujando espirales en el aire... se despedaza el hierro...
Vos y esa estructura que parecía infranqueable se liberan de su severa obligación, se sublevan ante la linealidad.
Esa tarde lluviosa caí desde el mar. Exploré un cosmos intrincado casi inasequible, una galaxia nunca desentrañada, muy lejos de lo conocido, muy lejos de parecerse al identificable Orión. Solté mis brazos y me hundí en su cuerpo iridiscente y boreal, caminé profundo y abrí la puerta del abismo. Me arrulló y apaciguó mis vacíos, derramé mis palabras y como siempre todo termina siendo tan onírico.
¿Debería temer? ¡No puedo encarcelar los balbuceos que dan rienda suelta a mi sangre trémula!
Debería temer al frenesí. Todo huye. Todo se escapa y se extingue. Todo claudica. Toda plataforma se derrumba antes de llegar al supuesto tope.
Debo temer, la furia muestra su rostro pálido de ojos desorbitados y los violadores de letras patinan en la niebla de la noche.
-Exterior:
Hoy la luna es Cinthia, protectora de los cazadores, me alumbra, me socava y me observa tenebrosa susurrándome mis propios cuestionamientos. Cinthia se oculta y le cede el timón a la gran estrella... el sol, siempre tan avaro, que costoso es contemplar la belleza de sus halos!
Una sensación fría se propaga, me congela porque ya no estoy. Me ves, pero mis ojos habitan ya otro plano. Sólo distingo luces pobres, marchitas, y la urbe caníbal alrededor. Las luces pasan, todas son iguales siempre el mismo sepia oscuro, siempre el mismo color, la misma agonía.
-Interior:
¡Ingenuas mustias! Siempre tan expuestas... clausura y silencios. Oh! hablo del silencio, siempre, el silencio siempre...(Es tan lúgubre el tránsito al que me obligo, tan silencioso el proceso) Porque no hay río que no exista en el silencio.
Vacilante porvenir, han caído todas las hojas de tu árbol y formaron una aureola sepia en la imperfecta circunferencia de tus lemas restantes, tus contratiempos.
Me recuerdan, los recuerdo, pero ya no sé los nombres de los que se escaparon de mi... no hay placas.
Entonces me fuí, concurriendo al enigma indescifrable en la imperfecta circunferencia de mis lemas restantes, aguardando contratiempos y suspirando sequías en la penumbra.

¿Acaso será que esto carece de entrañas?
¿Esto quien es?