viernes, 22 de mayo de 2015

Supongamos entonces como que yo me fui. Hagamos como que me fui, cambié, no soy ya quien era.
No soy tu invención, no soy el silencio de tus gritos, no soy el espacio de tu cuerpo, no soy el vacío para que puedas llenarlo.
Demos por seguro que te fuiste, que ya todo aquello que construimos con sexo, lo matamos con sexo.
Si todo eso es cierto, si yo no soy la misma y vos no vas a volver... porque entonces, te veo acá al lado mío, debajo mío? ¿Porqué, si te fuiste y no vas a volver, te veo temblando un sísmico orgasmo? Si yo no soy, ¿porque en este momento escribo? ¿Porqué escribo? ¿Se trata esto de querer embalsamar el pasado?

Ya casi es seguro que no, que no estamos, que por más lluvia y viernes y otoño que insista, que haya, no hay nosotros, no hay un vos, un yo, no hay de a dos en este tiempo. Si todo eso está dicho, está aclarado, está blanqueado y linguísticamente magullado, ¿Porque...? Oh! mi bestia elegida! Mi miserable lengua predilecta! mi poderoso semen de infinitos brazos! Oh! Poseedor de las yemas constitutivas de mi piel húmeda y enrojecida!, ¿Porque estas acá sondeando este excitado poema, devenir de mi retorcido cuerpo enardecido? ¿Porque he de estar yo aquí, retorciéndome, si en realidad no estoy, si de verdad me fui, si te fuiste para no volver a serme?

¿Acaso entonces debería yo haberte amado fervorosamente hasta la náusea?
¿Acaso este retorcerse de mis vértebras no denotan la arcada súbita del placer pronunciado? ¿O será que la ausencia logra el desvarío y que realmente no estás acá, debajo mío? ¿Será que no sos vos en quien se está apoyando mi cuerpo en estos instantes, y que esa superficie caliente que eyacula mientras me sacude el propio orgasmo, ese miembro en erupción no sos vos, sino mi propio ser?

Será que el deseo, mezcla de deseo y desesperación, hicieron de vos este escrito para que yo repare no solamente en que no estás, sino en que realmente te fuiste y yo solo quiero embalsamarte, embalsamar el momento preciso de la agraciada excitación mediante las letras. Mediante vos, escrito mediocre y melancólico, que en este momento te insultás y me permitís insultarte impunemente. Escrito vetusto que una vez mas me retorna y me hace creer que vos! Divina criatura en celo! Creador del nuevo alfabeto con el que comuniqué mis entreverados ensueños... me hace creer, todo esto me hace creer, que finalmente... el timbre suena pero la puerta se abre sola y en el umbral...

sábado, 31 de enero de 2015

Deseos Marginales.

Yo pensaba que dormir era el mejor camino. La alternativa más propicia para desear en silencio sin tener que cuidarme de un otro. La impunidad de lo onírico. La impunidad sin injusticia. Ese lugar donde el parámetro no existe, donde no contiene un punto de vista o una ley. Ahí es donde yo recurría siempre y fantaseaba. Despertaba ruborizada, sudada y excitada. Entendía que mi lógica venía a reventar la fantasía, pero no podía negarme, no podía dejar de acceder, no podía dejar de ir a la búsqueda de. Yo deseaba, quería, imploraba, invocaba. Y ahí todo era real, en mi cabeza todo era materia y movimiento. Pensaba en que quizás dormir era el mejor camino. Entonces seguí durmiendo y soñando y fantaseando. Pensaba que quizás dormir en forma permanente era el mejor camino, para soñarte y fantasearte y que todo sea claro y real, mientras mi cuerpo sin consecuencias revive en imágenes cada instante de este deseo marginal. Tu cuerpo.

La vigilia se hace insoportable, no quiero puntos medios. Quiero dormir y tenerte o despertar y soltarte. Carecer de tu boca. Resistirme a tu lengua. O tenerlo todo.

Ya todo está consumado, toda la fantasía se desprendió de mi mente como un aire espeso, pesado y contundente, va tomando forma en el espacio. Puedo verla, puedo ver tal fantasía encarnizada, puedo verme habitando la fantasía que hacía minutos atrás dibujaba parsimoniosamente en la pasividad de mi mente. Ahora estoy activa, me muevo y respiro mi mente, mi fantasía. La copia fiel. El desatino. El reparo. El respiro. Endeudarme con mi moral y sucumbir bajo cualquier circunstancia a la terrible empresa de dejarte ser parte de mi cuerpo por unos instantes.Liberar tu saliva sin pensar en que negarte sea mi salvación.

No. No, ya no quiero negarte. Ya no. Ya no puedo con este deseo. No quiero salvarme. Quiero sentir mi condena, la más placentera de todas.

Cierro los ojos y todo está pasando, yo descreo, me mantengo escéptica, lo contengo dentro mío incrédula. Presiono mis labios, mi cara se frunce. Presiono mis labios y siento un dejo de sangre en mis encías, el gusto del hierro, la vendimia de la carne, el fruto de las venas. La siento toda ahí, es mi alimento, me nutro para seguir devorándola. Devorando toda esa feroz ternura que se retuerce dentro mío y fuera, entre mis piernas, entre mi cintura, mis hombros.
Lo siento insoportable, despiadadamente intolerante. Juntarse con otro es agotador.
Juntarse con un otro es insoportable. Amar es insoportable. El sólo hecho de creernos capaz de unirnos a un otro que resulta ser tan imposible, inabarcable como uno mismo es inaudito.
No lo tolero. Quiero separarme. Irme.
No tolero el placer, pero el placer mismo me obliga a quedarme y permanecer en ese acto de gula insoslayable. El placer, el regodeo en esa vibración, me convoca y me aprisiona. Y mi destino es ser devorada, una o dos, o las veces que dictamine el antojo voraz de la bestia que en este momento está moldeando todos los límites de mi cuerpo. No opongo resistencia, no la hay, no existe en el lenguaje cuando de bestia se trata, cuando de apetito hablamos.
Y la fantasía se configura de esta manera,  con estas sílabas y este aliento. Este gemido que retumba en mi mente mientras se transfigura mi gesto. Este placer indeleble que se lee entre sexo, la crueldad del deseo o el llanto inconmovible del orgasmo.

Es inminente. Es insoportable. Juntarse con otro es insoportable. Y el encuentro con la bestia, mis pechos devorados por sus fauces ensalivadas, el intercambio de fluidos, su humedad aflorando en mi vagina, ha sido quizás lo menos insoportable jamás vivido. Lo menos insoportable de la realidad.