miércoles, 18 de abril de 2012

Limbo.

La fotografía porta la siguiente imagen: un hombre de espaldas,  fiel a su coraza ácida de temperamento insufrible,  pero de dúctil armonía como pétalo,  está vestido con extrema formalidad, decidido en su aspecto e impecable en su elección de indumentaria: muy señorito  inglés (podría ser parte de un cuadro de Magritte). Se encuentra parado en un no-lugar donde sólo se puede identificar una perturbable llanura desierta, un mar de aire. Permanece estático, con los brazos a los costados, observando cómo lentamente se acerca la fatalidad.
Imagino un silencio eterno. 
Claramente es él el protagonista.  Rey de su solitario y despojado recinto. O quizás el vasallo de aquella nada indisoluble .



Parecías una leve brisa, que sólo bailaba en imágenes cinematográficas, jugando con objetos a la deriva. 
Y ahora flota tu alma en la desidia inacabable del frío trastorno cotidiano. Flotan en el medio un par sentimientos resguardados, atemorizados... vuelan fugazmente los temblores corporales y la inseguridad goza de una libertad sin límites. La triste rutina empedernida hunde tus huesos, y tu piel se encuentra inaccesible.
Sos como el junco inmutable que permanece en la orilla; pero el aire dañino te arrastra y devora tu tallo frágil. Ésta noche la tiránica fuerza del viento no cesa y te convierte en naufragio.
Quizás te había soñado en insomnios anteriores, o te había inmortalizado en una caricia o una mirada fugaz.
Yo que nunca pude ser esa. Yo te contemplo atemorizada desde el borde y la tempestad te funde en ella. Estás éter adentro, estás en el epicentro de la furia inconformista de la corriente. Te encontrás vulnerable, inerme ante el paisaje desolado, sin brío ni mérito para dar alguna brazada redentora que purifique algo de tu propio aire como para hacer real la pugna. Vértigo, aire no hay. Los alvéolos pulmonares se dilatan... ya no hay más aire residual. Ni resto. Ni fuga o escape. El viento lo absorbe y veo tus lágrimas caer, pero...

Estoy perdido, perdí mi rumbo
Fuí al bosque y busqué
En mis libros
Mis memorias
Algo que pueda
Servirme de 
Anzuelo
Algo para salvaguardarme.
Esperanza que no corre por
mis venas éstos días.
Fin del ciclo.

Pero tus ojos... ah si! son tus ojos el enigma.

Tus ojos:
Una viva marea implacable que oscila entre el azul más turbio de los fríos polares más arrolladores y el celeste cristalino de la tibieza acuática más sensible. Tus ojos, una fibra azul mutante de cara al sol.
Tu piel:
Cruda y virgen, blanca y pura casi incorruptible. Tus manos sin movimiento, pero tu piel tan pálida cómo la perfecta blancura de la nieve.

Flota el alma, flotan tus ojos y mis sentimientos. Y todo es amorfo, inasible e invisible. Desde acá ya no puedo verte amor, estás demasiado adentrado en la tempestad... sólo veo un atisbo débil de vida, sólo presiento un respiro evanescente compitiendo con el cáos fatal. Te seguís ocultando aire adentro... y yo tan sin poder hacer nada, tan desprovista de accionar... tan inútil con mis lágrimas que atestiguan tu penumbra impenetrable. Incapaz de amarnos.
Busco derrumbar el limbo, busco extraerte de la tediosa atmósfera racional que te oculta. Intento derribar las paredes impalpables del limbo, pero todo es en vano... pero éste me rechaza y te lleva... desde acá ya no te veo... pero ya no... limbo, no te veo.