domingo, 2 de marzo de 2014

Una de las tantas conversaciones estériles que tuvimos alguna vez y que ya no tenemos.


M- ¿Cómo te enteraste?
H- Me enteré.
M- ¿Quién te dijo?
H- No importa.
M- (...)
H- Olvidame. Soy una bestia, un animal.
M- No sos el más indicado para decir eso. Mirá donde estoy...
(Pausa)
H- Nunca vas a dejar de ser así.
M- ¿Así como?
H- Así.
M- ¿Sos real? parecés un... esas cosas que... Si no fuera porque hablás siempre las mismas infamias, pensaría que sos parte de la alucinación permanente que genera este lugar.
(Silencio de él. Se miran)
M- ¿Qué querés de mí?
H- Nada, nunca quise nada de vos.
M- Desgraciado, seguís siendo el mismo. ¡Qué ilusa que soy! esa pregunta siempre fué la más recurrente y tu respuesta la más mentirosa.
(Pausa)
H- ¿Tenés un cigarrillo?
M- (ríe) ¿Querés un whisky también? Fijate que debe estar al lado del suero y las inyecciones. Perdón que no me pueda levantar a servirte como antaño... Idiota.
(Pausa.  Él mira alrededor, ella mira hacia un vértice del cuarto)
M- El médico me preguntó por qué estaba acá... nunca supe responderle. Le pedí que me deje escribir y me halagó. Solo puedo escribir sobre este lugar y las mentes heridas que lo habitamos. Miseria pura. Quizás escriba este diálogo, siempre tuve memoria para recordarlos a menos que las pastillas me hayan terminado de quemar el cerebro (ríe)... A vos no te haría mal estar acá.
H- Yo no estoy en ningún lugar. Solo en el pasado.
M-  Cínico...
H- Sabés que es así. Nunca pude, nunca supe hacerme cargo del presente.
M- Pero te atormenta...lo mirás de lejos y te atormenta. El presente te quiere dar una paliza y vos seguís cogiéndote al pasado. Sos un necrofílico. (Silencio) Perdón, de tanto estar acá, todo se volvió negro... hasta mi humor.
H- Por lo menos te queda un poco de humor.
(Silencio, ella mira la ventana. Él la puerta)
M- Parece ser un lindo día.
H- Nunca te importó demasiado el sol.
M- No, me hace acordar a mi niñez y me pone melancólica. Teniéndote cerca nunca me importó demasiado nada.
(Silencio. Basta)
M- Justo, anoche soñé con vos. Soñé que eras padre, te veía con tu familia... un nene, tu primogénito... Lo peor de todo es que eras feliz y que yo no formaba parte de esa felicidad. Yo lloraba, quise gritar pero no pude, comencé a correr hacia vos y el camino conducía hacia el lado contrario. Vos me mirabas con desprecio, me mirabas... me ignorabas... te odié. Tenía ganas de reventarte la cabeza contra una pared. Yo corría en pijama por la calle como una desquiciada y la gente se me reía. En ese momento se me empezaron a caer los dientes y el pelo. Yo lloraba, quise gritar pero no pude.
H- Yo también soñé. Había un cura dándote la extremaunción...pero el cura también parecía ser una especie de sepulturero, tenía una pala y comenzaba a echarte tierra encima, sobre la cama, una cama muy parecida a esta. No se sabía de donde, pero escuché un réquiem, y sentía el olor de la liturgia que se mezclaba con una brisa de corona de flores y pompas fúnebres. Y el olor de la tierra. Me dieron ganas de vomitar. Vos me mirabas, en el fondo sabías lo que yo pensaba en el momento: que era lo mejor. Me desperté descompuesto, mareado, abombado.
M- Bueno, no sé qué tan irreal es ese sueño.
H- Me desperté bastante agustiado y decidí venir.
M-  No debiste hacerlo.
H- Estás muy flaca, se te notan las clavículas y el esternón, pero aun así seguís teniendo tetas.
M- ¿Te gusta?
H- No, estás muy flaca.
M- A mí sí me gusta, siempre quise verme consumida.
H- Tenés los ojos caídos. Estás demasiado ojerosa. Siento lástima... pero de la buena, no de la humillante. 
(Silencio. Él mira las cicatrices)
H- Qué manera de arruinarte la piel...
M- Me gusta cómo me quedan.
H- No debiste hacerlo.
(Ella ríe)
H- ¿Fue por mí?
M- (riendo aún) Vos solo te podés adjudicar la infelicidad de una persona. Siempre fuí así.
H- Si tan solo...
M- (interrumpiéndolo)...Si tan solo tu imagen no se manifestara en la ebullición de la noche mientras mis sábanas se quiebran...
H- Si tan solo tus ojos no fueran como la erosión del cielo cobrizo en la metamorfosis nocturna. Sos de noche, sos todas mis noches. Yo no puedo, realmente no se como se vive una vida a solas...
M- Callate, me contagiaste tu melodrama hace años y recién ahora comienza a aburrirme. Lo mío es sincero.
H-Lo mío también...
(Silencio. Demasiada sinceridad de ambos)
H-Mi amor, esto ya es demasiado... no nos hemos hecho ningún daño.
M-El daño somos nosotros mismos y si el dolor nos genera un placer arrolladoramente hermoso, esto no terminará hasta perecer definitivamente enredados en nuestras pieles.
H- (...)
M- El silencio fué siempre tu mejor respuesta, la más sincera de todas.
H-Yo no estoy en condiciones de amar, vos no estás en condiciones de vivir.
M- ¿Qué esperabas?
H- ¿Me extrañás?
M- ¡Qué evasivo! Si no es el silencio, es otra pregunta.
H- Respondeme, por favor.
M- ¿Debo responder?
H- Sí.
M- ¿Porque?
H- Porque sí.
M- ¿Porque siempre hay que responder a tus preguntas?
H- (Mira sin entender, busca en su cabeza una respuesta y no la encuentra. Balbucea inútilmente): Porque es mi deseo. Siempre desee que tengas todas las respuestas para mí. Cuando yo quisiera.
M- Yo no estoy dispuesta a cargar con un inconstante. Vos no estás dispuesto a cargar con una enferma. Andá, volvé a lo de siempre. Vos ya elegiste tu mujer. Siempre elegiste tus mujeres y yo nunca fui una puta opción en tu reputísima vida.
H- No puedo irme. No doy más de extrañarte.
M-Extrañás algo fuera de tu rutina, imbécil. ¿No entendés? La que empieza como segunda, termina como segunda ¡Siempre voy a ser la segunda para vos, siempre voy a ser un lugar a donde volver, una vía de escape para tu cotidianeidad de mierda! (Se agita, respira y se detiene) ¿Vos me vas a sacar de acá?
H- (...)
M- Estoy hablando con un parapeto. ¿A quién quiero conmover con esto, si no hay nadie del otro lado que me esté escuchando? No te importa, sos inconmovible. ¡Andá con tu mujer!
H- (Calla, inmutable pero angustiado. Nunca tuvo las respuestas)
M (impotente)- ¿Cómo hiciste para dejarnos?... te lo pregunto con toda la sinceridad que puedo llegar a tener... digo, fue admirable... un día dejaste de escribirme... ya no estabas. Enserio te lo pregunto... ¿Cómo hiciste?
H- Me pediste que no vuelva.
M- Sabés que no lo decía enserio, sabés que yo no puedo. No siento nada en tu ausencia. Soy una puta insensible.
H- Era para mejor.
M- ¿Para mejor de quién?... ¿El de tu relación? (ríe exageradamente) Te necesito tanto como a mi miseria interior... los dos tienen la misma potencia, la misma intensidad... ¿Por qué siempre hiciste como que no te dabas cuenta?
H- Era lo mejor...
M- ¿Si? ¡qué paradójico! Mirá donde estoy ahora...
H- (cansado) ¡Tenía que pasar! ¡Sabías que esto en algún momento iba a pasar! Lo planeabas... mientras nos acostábamos pensabas en ese placer. Yo estaba adentro tuyo y sentía toda esa crudeza que te excitaba más que mi sexo.
M- Está bien. No somos el amor de nuestras vidas, pero yo hubiese envejecido en tus brazos y no me diste la oportunidad... ¿Lo sabías, no?
H- Me estás matando.
M- Nos estamos matando. Yo mentalmente y vos físicamente.
H- Prefiero morir sintiendo algo, aunque sea un poco, un ínfimo placer.
M- Es que hasta que no nos matemos no podremos vivir. Nunca. Es como vivir para la muerte sin vivir el transcurso de la vida.
(Entra el médico. Ellos callan, él contempla la situación. Silencio. Rompe la quietud. La toma de la mandíbula. Ella abre la boca por inercia y le da unas pastillas. Sale)
M- Es increíble. Las primeras veces sentía como se me dormían los músculos de la cara... ahora ya no, ya nada, ya no estoy, ya no siento ahora, nada.
H- Me voy...
M- Andá.
H- ¿Me vas a llamar cuando salgas?
M- No. Ni siquiera sé si voy a salir. ¿Esa es tu reflexión?
H- Yo...
M-  Siempre tán básico.
(La mira con los ojos vidriosos, lastimero)
H- Me voy.
M- Como siempre. Nunca estamos. ¿Qué día es hoy?
H- 20 de diciembre.
M- Ah... claro, mañana es verano. Nosotros no existimos en verano.
H- No, no existimos.
(Él se levanta de la silla y se acerca a la cama. Intenta besarla pero se da cuenta que rozar esos labios le quitarían todo el recuerdo de la pasión que alguna vez sintió por ella)
M- Chau. Quizás vuelvas el próximo otoño.
H- Quizás seamos en otoño.
M- Tengo miedo de que no vuelvas. Tengo miedo de que no haya otoño este año.
H- No sé.
M- Se me cierran los ojos. Fármacos putos. Se me infla la cara toda. Chau.
H- Cuidate. Llamame cuando salgas, por favor.
(Sale. Ella duerme, siempre duerme)

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